Artículo de opinión de Isabel Campos
e dice que la juventud es la única enfermedad que se cura con la edad. Los jóvenes están siendo, a nuestro pesar, protagonistas de la ola de rebrotes que inunda el país.
El comportamiento relacionado con las fiestas veraniegas, sobre todo las relacionadas con el ocio nocturno son el origen de la mayoría de los focos de contagio. No sé qué pensareis, pero creo que esto merece una reflexión (otra más).
Cuando se habla de este tema muchas veces se apela a la edad y la dificultad de comprender algunas actitudes cuando se han cumplido ya muchos años. Yo creo todo lo contrario. Los adultos hemos sido jóvenes, cosa que no sucede a la inversa, por lo que somos capaces de entender el ímpetu, el impulso que mueve a los adolescentes (y a muchos que se comportan como si lo fuesen).
La cuestión está más relacionada con la responsabilidad y la ausencia de límites. A una generación que ha sido educada en la creencia de “todo es posible” o “tus limites te los pones tu” es difícil, ahora, hacerle comprender que eso no era verdad, que se les ha estado mintiendo.
Esto hace que veamos a chavales en reuniones con la finalidad de contagiarse unos de otros, gente saltándose los limites de los pueblos confinados cogiendo atajos o simplemente asistiendo a fiestas clandestinas donde beber y consumir. Se creen a salvo porque son jóvenes y porque ellos son quienes marcan sus límites. Ser joven en estos momentos es algo difícil.
Hace unos años, fue la caza de Pokemon lo que aglutinaba a jóvenes y no tan jóvenes, buscando algo inexistente que se hacia visible mediante una aplicación de móvil. Ahora, esos mismos, ignoran a un virus que existe, aunque no se vea ni tan siquiera a través de una pantalla.
A veces pienso que estamos viviendo situaciones que están al limite de lo real y esta generación, sobreprotegida en extremo, no encuentra otra forma de hacer frente a la incertidumbre que apostar por la absoluta certeza.
Para atajar este fenómeno de saltarse las normas y hacer trampas en detrimento de la salud propia y ajena, se han instaurado sanciones y multas, que en nuestra región pueden llegar hasta los 600.000 euros. Multas que, por supuesto, si son jóvenes, pagaran los padres.
Creo que no debería multarse a nadie. Con la idea de que sólo obedecemos cuando nos tocan el bolsillo también estamos diciendo que con dinero todo se puede hacer. Por eso pienso que las medidas más adecuadas serían las de hacer trabajos comunitarios en centros sanitarios donde estén hospitalizados los enfermos con coronavirus, limpiando y ayudando a su cuidado.
Ayudar a los jóvenes a responsabilizarse, en un momento complicado para ellos, es uno de los mayores favores que podríamos hacerles.
El juez don Emilio Calatayud decía en un artículo que “quizás si les hubiésemos enseñado las obligaciones y no sólo los derechos, ahora tendríamos al virus acorralado”