Silencio
Artículo de Eulalia Hernández Serrano. Cofradía de San Juan Evangelista, Paso Blanco
Revista Semana Santa 2021
Llega una nueva primavera y con ella un nuevo Jueves Santo, un nuevo Jueves
de Silencio. Un silencio que solamente es roto por el ruido de un tambor sordo,
el quejío de una saeta o la plegaria de una oración. Pero este año, al igual
que el pasado, no será así. Ese silencio no recorrerá la Corredera, la Feria o los
Postigos, pero sí el sentimiento de todo aquel nazareno blanco.
Aunque este año las calles de Alhama no se inunden de una marea blanca en la
primera noche de luna llena de primavera, sí lucirá el color cándido en cada uno de
los corazones de los cofrades del joven apóstol.
De nuevo, nos quedaremos sin ver como lucen estandarte, bandera o candelabros, pero guardarán su esencia para el momento en el que la normalidad vuelva a reinar y el Silencio ocupe, de nuevo, la noche del Jueves Santo. En ese momento mostrarán la grandeza de nuestra cofradía, la grandeza del Paso Blanco.
El Evangelio que escribió nuestro querido titular espera con ansia volver a ser acompañado por las más tiernas almas de nuestra tan querida Cofradía. El ánimo de nuestros pequeños no decaerá, puesto que en ellos vive el más intenso sentimiento de aquel que estuvo en todo momento con su Maestro.
Este año tampoco podremos ver nuestros pasos en la calle, pero los cofrades sanjuanistas seguirán acompañando a aquel, que fue entregado con el gesto más humilde que pueda existir, y que fue condenado a muerte, siendo él inocente.
No escucharemos las peticiones y súplicas de penitentes, que con paso callado acompañan a su devoción. Pero, igualmente, debemos elevar nuestras oraciones al cielo, en especial, por aquellos que ya no se encuentran con nosotros, por todos aquellos nazarenos de San Juan que han trabajado durante muchos años para que esta noche sea la noche más especial del año.
Aunque en esta noche tan especial nuestra Virgen de la Esperanza no sea acompañada por las mujeres de mantilla, nuestra Madre seguirá estando acompañada, aunque sea en la lejanía. Ella es la luz que marca el camino de sus manolas y estas, jamás, la dejarán sola, siempre la acompañan con sus oraciones y plegarias.
Otro año más no volveremos a escuchar el crujir de la madera o el tintineo de las bambalinas rozando con los varales. Los portapasos no harán esfuerzos mayúsculos por subir sus imágenes al cielo. Pero guardarán su fuerzas para la próxima noche de Silencio.
El sentimiento de un cofrade de San Juan la noche de Jueves Santo habita en la Esperanza de un Rescate, es la lágrima que recorre la cara de la madre al ver el sufrimiento de su hijo y la mirada que clama al cielo suplicando piedad.
Como el año anterior, este año ese sentimiento no podrá ser el mismo, pero sí vivido con una profunda fe y, sobre todo, esperanza, porque sin ella nuestra vida carecería de sentido. Este año los nazarenos blancos no podremos ver, por segundo año, aquello de lo que más orgullosos nos sentimos. Pero por eso no debemos estar desanimados, somos conscientes de los difíciles momentos por los que estamos pasando. Todo llegará, también una nueva primavera y con ella un nuevo Jueves Santo, un nuevo Jueves de Silencio.