Mañana a las 10.30 en el monolito de los Mártires tendrá lugar un sencillo homenaje por el Día de las Víctimas del Holocausto.
Contará con la presencia de la concejala de Cultura y del historiador Alfonso Cerón que colocarán una corona de flores.
Texto integro de Alfonso Cerón «Recordar hoy y siempre» sobre este día:
«El 27 de enero se conmemora el Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, según acuerdo de las Naciones Unidas en 2006. Eligieron ese día por ser el de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz en 1945 y en memoria de los millones de personas asesinadas por el nazismo, principalmente judíos, pero también miles de personas por sus creencias, ideología política, condición social, física o psíquica.
El campo de concentración de Auschwitz, situado cerca de Cracovia (Polonia), se ha convertido en el más famoso por ser el más grande, el mejor conservado, el de mayor número de víctimas y porque numerosos supervivientes han contado los horrores sucedidos en memoria de las víctimas. Entre su apertura el 20 de mayo de 1940 y su liberación el 27 de enero de 1945, en menos de cinco años de existencia, exterminaron a 1.100.000 personas.
La fama de Auschwitz ha hecho que otros campos, como Treblinka, Chelmno, Sobibor, Majdanek, etc. queden casi en el olvido.
Auschwitz estaba formado por tres campos diferentes.
Auschwitz I era un campo de exterminio mediante el trabajo. Los prisioneros estaban sometidos a trabajos muy duros, una alimentación escasa y deficiente y unas condiciones de vida infrahumanas. Poco a poco iban agotándose y cuando no eran aptos para trabajar los enviaban a la cámara de gas y al crematorio. La vida media era de unos tres meses. En este campo murieron unas 70.000 personas.
Auschwitz II – Birkenau estaba a unos 3 km de distancia y era un campo de exterminio. Llegaban los trenes desde toda Europa con miles de deportados, los que estaban en condiciones de trabajar eran seleccionados y el resto conducidos directamente a las cámaras de gas. Ancianos, niños, madres con hijos, etc. eran exterminados rápidamente y sus cuerpos a los hornos crematorios. Las pertenencias que llevaban eran clasificadas y empaquetadas para su venta.
En Birkenau utilizaron los métodos industriales más modernos para el exterminio. Los nazis estaban orgullosos porque en un día podían “tratar” hasta 8.000 personas. “Tratar” significaba clasificar, gasear y quemar los cadáveres. En Auschwitz – Birkenau fueron asesinadas más de un millón de personas.
Auschwitz III – Monowitz era un complejo de 47 subcampos que proporcionaban mano de obra esclava a diferentes industrias y del que no queda nada.
En 1979 la Unesco declaró Auschwitz Patrimonio de la Humanidad. Actualmente es un museo que recibe cada año cientos de miles de visitantes. Algunos barracones se han transformado para exponer los objetos que encontraron las tropas soviéticas cuando liberaron el campo y en su visita se puede comprobar el horror y barbarie de lo sucedido.
Los campos de concentración nazis se suelen asociar a los judíos, pero es necesario recordar que se crearon para los alemanes que consideraban “enemigos del estado”, es decir, cualquier ciudadano que no pensara como los nazis: políticos, sindicalistas, periodistas, asociales, etc.
Al exterminio de los judíos se llegó tras un largo proceso. En enero de 1933, con la llegada al poder de Hitler, comenzó la discriminación y persecución contra los judíos, hasta que en enero de 1942 decidieron la “Solución final”, es decir, el exterminio de 11 millones de judíos de toda Europa. Entre 1933 y 1942 aprobaron más de 500 leyes contra los judíos.
¿Y los alemanes? ¿Qué pensaban cuando sus vecinos, conocidos, amigos, … eran sometidos a las humillaciones, discriminados y perseguidos? En general, los alemanes no se opusieron. Muchos colaboraron, apoyaron, beneficiaron o miraron para otro lado mostrando indiferencia.
Sería un error pensar que el Holocausto fue la obra de unos locos nazis y que el pueblo alemán no tuvo nada que ver, pues como escribió Trevor-Roper en 1985, “Ningún gobernante ha seguido jamás una política de total expulsión o destrucción sin que la sociedad cooperase.”
El Holocausto significó 6 millones de víctimas en Europa hace unos 80 años. Ante tal horror la sociedad debía haber quedado vacunada contra los genocidios porque son consecuencia de decisiones de gobiernos y personas que hacen leyes que les dan legitimidad. Pero los genocidios y masacres han seguido produciéndose en Camboya, Timor, Ruanda, Bosnia Herzegovina, Kósovo, Congo, … y siguen produciéndose cada día, como podemos comprobar en los medios de comunicación.
El fascismo no desapareció con la caída del Tercer Reich, sino que quedó aletargado. Actualmente está renaciendo con fuerza en varias partes del mundo y los partidos de externa derecha ganan adeptos.
El 27 de enero es una buena fecha para reflexionar sobre los procesos de discriminación y la necesidad de defender los derechos humanos. Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz y Premio Nobel de la Paz en 1986, escribió que “otra forma de colaboracionismo es la indiferencia ante el mal”. Recordemos que la indiferencia de la mayoría de la sociedad alemana permitió el Holocausto y que los ciudadanos no podemos permanecer indiferentes ante el auge del fascismo porque es una forma de colaborar. Es necesario oponernos a todos los mensajes y actos que incitan al odio y la discriminación y defender siempre la igualdad, la libertad y los derechos humanos.»