El científico y colaborador de nuestro escrito, continúa su labor como docente e investigador de enfermedades como el cáncer o el Síndrome de Reet
Mis conversaciones con nuestro colaborador (químico, científico y doctor) José Pedro Cerón, a lo largo del año son vía correo electrónico. Es de los pocos que me envía su texto y dibujo los martes por la noche y habitualmente yo la releo el miércoles (con el sol todavía escondido), día normal de cierre del periódico escrito que tenéis en vuestras manos cada viernes (salvo vacaciones o fiestas).
En esta ocasión, la entrevista salió de un mano a mano con un quinto (solo llegamos a los dos) y con la música de fondo del Bar Los Olmos.
A él le esperaba su tropa para celebrar Santa Marta, a mí, el taller para recoger la bicicleta. Esta es la entrevista:
Toni López.- Cuéntanos como ha sido tu ponencia y en qué congreso has estado este verano.
José Pedro Cerón.- Los científicos nos organizamos en diferentes sociedades según nuestra especialidad. Luego aprovechamos el verano para reunirnos porque es cuando no tenemos clase. Parece raro, pero tenemos más tiempo para la investigación en vacaciones. La ciencia es divertida en cualquier época. Yo pertenezco a varias sociedades, entre ellas la de Biofísica Teórica, en la que nos reunimos cada tres años. Las últimas fueron en Gotemburgo y en San Sebastián. Para este 2023 le tocó la organización a Italia. Yo no falto a ninguna porque de otra forma sería difícil reencontrarse con colegas investigadores (y amigos) que vienen tan lejos como Japón o Estados Unidos. También muchos europeos. Durante el congreso yo era uno de los conferenciantes invitados, esto es, tenía media hora para contar mis últimos resultados con antivirales. Serán las canas, pero antes me ponían nervioso cuando tenía que hablar en público en inglés. Ahora lo disfruto muchísimo.
T.L.- ¿Qué líneas de investigación estás compaginando con tu labor académica?
J.P.C.- Varias a la vez. Estoy trabajando en catálisis, que es una palabra un poco rara pero que vamos a explicar muy fácil. Fabricar una molécula siempre nos cuesta dinero. Es como una receta de cocina, en la que tenemos que calentar, enfriar, usar litros de agua, ingredientes que pueden ser difíciles de encontrar… La catálisis se encargar de “cocinar” estas moléculas con una receta más barata. Aunque la mayor parte del tiempo se la dedico a los fármacos para el tratamiento de cáncer y también contra virus. Además, estoy empezando un nuevo proyecto en el que trabajaremos con el Síndrome de Rett. Este último me hace mucha ilusión sobre todo por la motivación que es ver la sonrisa de Paula. Por eso me encantaría encontrar la forma de ayudar, aunque fuera un poquito.
T.L.- Cuéntanos que cambios has experimentado de tu trabajo en la UCAM y el actual.
J.P.C.- Me gusta decir que ya he sido profesor en las tres universidades de Murcia. He dado clase e investigado para la Universidad de Murcia, la UCAM y desde hace casi dos años para la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT). Pero la de ahora es una posición un poco particular porque, aunque sea profesor de la UPCT, yo pertenezco al Ministerio de Defensa como parte del Ejército del Aire. Para dar una idea, mis alumnos vienen a clase en formación y perfectamente uniformados. El primer día me impresionó el grado de disciplina sin olvidar que, a la vez, son adolescente de apenas 20 años que no hacen sino trabajar mucho por su ilusión, que es volar.
T.L.- ¿Qué disfrutas más, una clase con tus alumnos o los experimentos con una clase de Primaría?
J.P.C.- ¡Pero esto es como preguntar si quieres más a mamá o a papá! Me lo paso realmente bien con las dos experiencias. No hay mejor manera de aprender que enseñando. No importa si es con el alumno de la universidad que quiere saber más sobre los entresijos de los átomos en un material, o el niño de primaria que se sorprende con la pequeña explosión de vapor.
T.L.- Cada semana descubrimos y disfrutamos las historias que narras en nuestro periódico semanal. ¿Cómo afrontas estos artículos?
J.P.C.- Solo necesito dos componentes: una hoja blanca y la Química. Y utilizo la mayúscula porque esa Química tiene nombre de mujer. Mónica. Ella es quien las lee antes de enviarlas al periódico. Para el tema suelo echar la vista atrás para pensar en alguna de esas increíbles personas que nos hicieron y hacen ver más lejos. Solo hay que subirse a sus hombros de gigante.
T.L.- La crispación política sube de tono y esto, junto al tórrido calor que estamos sufriendo en varios momentos de este verano, piensas que es saludable y cómo se podría revertir…
J.P.C.- Hace tiempo estuve en la Universidad de Salamanca. Lo primero que hice fue buscar el salón donde Miguel de Unamuno dio su ya famoso discurso: «Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir». Por suerte, no estamos para nada en una situación tan terrible como aquélla, pero hay que aprender de ese momento histórico. Podemos intentar convencer si para ello utilizamos la fuerza de la razón. Pero a la vez hay que respetar a los que no piensen como nosotros. La elegancia de la discusión. Ya lo cantaba Drexler: “El que quiera creer, que crea. Y el que no, su razón tendrá”.
T.L.- Verano y ocio van de la mano, te vamos a pedir que nos enumeres 5 libros de tu biblioteca por importancia para ti, 5 canciones y cinco sitios para visitar.
J.P.C.- Soy un enamorado de los libros. Todos importantes. Mira, voy a contarte primero los tres que he leído este verano. “Un caballero en Moscú”, magistral. “El mago del Kremlin”, novela que anticipa mucho de lo que ahora estamos viviendo. Para entender mejor el panorama actual. “Ensayos” de Montaigne, porque en él hay más respuestas que en todo internet por mucho Google que se use. Pero si pienso en libros para el verano tengo dos recomendaciones especiales: cualquier recopilación de cuentos de Mario Benedetti y cualquier libro de Manuel Vicent. “León de ojos verdes”, por ejemplo.
Canciones, uno tiene su recorrido por canciones que me hablan del verano: “El sitio de mi recreo”, de Antonio Vega. Pude verlo dos veces en concierto, siempre en buena compañía. “Playa Girón”, de Silvio Rodríguez. El azar me llevó a conocer a la sobrina del capitán de aquel barco cubano. “The Partisan”, de Leonard Cohen, porque siempre es un buen momento para la elegancia. “Don’t stop me now” de Queen. Un día contaré cómo acabé bailándola en plena Quinta Avenida durante el desfile del Orgullo de Nueva York. Termino con una de las mejores canciones de la historia, en mi modesta opinión: “Let Down” de Radiohead, me lleva al verano directo de 1997. Pero es otra historia.
Para los sitios voy a decir 5 a los que he podido ir gracias a los congresos de ciencia y que son imposibles de olvidar. El paseo de los filósofos en Kyoto (Japón), mirar al océano desde la casa de Pablo Neruda en Valparaíso, que se llama La Sebastiana (Chile), subir a la Torre de Pisa (Italia) mientras uno piensa en Galileo, la biblioteca de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), un templo donde perderse. Y el último, Nantes (Francia), por razones evidentes.
T.L.- ¿Quieres contarnos algo más?
J.P.C.- El verano es el mejor momento para buscar constelaciones en el cielo. Merece la pena tumbarse y mirar hacia arriba sin prisa. Recomiendo buscar a Sagitario y mirarla de frente. En esa dirección está el centro de la Vía Láctea mientras nosotros flotamos alrededor. Ingrávidos y gentiles como pompas de jabón.