Viernes Santo. Francisco Valero. Cura Párroco de la iglesia de la Inmaculada Concepción. Artículo publicado en la Revista de Semana Santa
Mucho nos ha llovido desde que, en el año 2019, no se pudiera celebrar el encuentro en la mañana del Viernes Santo, en la confluencia de las calles Rambla D. Diego y Moreras, así como su posterior procesión, como consecuencia de las inclemencias del tiempo. En ese año 2019 fue la lluvia la que nos impidió disfrutar de esta puesta en escena del encuentro de Nuestro Señor con su Santísima Madre, Santa María Magdalena, la Santa Mujer Verónica y San Juan.
Todos pensamos: “el próximo año podremos volver a vivirlo”.
Pero un virus aparecido en una remota región de China llegó hasta España después de cruzar todo el globo terrestre y nos alcanzó a la Región de Murcia, privándonos una vez más de esta cita en la mañana del Viernes Santo y de nuevo, volvimos a pensar: “el próximo año lo haremos y será mucho mejor”; y el próximo año ya está aquí, 2021, y una vez más se han tenido que suspender todos los actos de la Semana Santa en las calles de España.
Una cosa son nuestros deseos, pero otra muy distinta, es la realidad; y esa realidad nos quitó dos veces las procesiones y nos las quita una vez más. Pero no por ello nos quedamos sin Semana Santa, en todas y cada una de las iglesias de España se seguirá celebrando el domingo de Ramos, la Cena del Señor, su Pasión y su Resurrección; en cada catedral se seguirá celebrando la Misa Crismal, ya sea a puertas abiertas, o como el año anterior, a puerta cerrada.
Aún recuerdo el dolor de esos días celebrando en soledad en la parroquia, cada día, durante dos meses, Semana Santa incluida, celebrando solo, en una Iglesia vacía, imaginando las caras de los fieles en sus bancos y pidiendo por cada uno de ellos y por el fin de esta plaga.
Cada día asomándome a la ventana y rememorando la procesión que tocaba ese día, y sobre todo el viernes, echando de menos el gentío, esperando el encuentro, el sonido de las bandas, el sentir la multitud en las calles; y entonces, vuelves la mirada al interior del templo y dices: “pero Tú , Señor, sigues aquí, entre nosotros, esperándonos, aguardando nuestro regreso” y pensamos, “el año próximo será, volveremos a las calles”, pero la experiencia vivida ya nos ha tenido que enseñar que después de este deseo, hay que decir “si Dios quiere”.
Ojalá que el año 2022 sea el año del regreso a la normalidad, el año del regreso de la Pasión a nuestras calles, el año de volver a escuchar los vítores y las notas de las bandas, el año en que las calles se vuelvan a perfumar con la flor y el incienso.
El año que viene, si Dios quiere…