Escribir un texto objetivo sobre alguien a quien llevas siguiendo media vida puede ser tan difícil como perdonar a ese amigo que te traicionó varias veces, quizás más. Así pues, desde mi postura más subjetiva escribo estas líneas.
«Vaya tontería hacer noches de cola para a esperar a un cantante mediocre», o eso dicen. La inversión del tiempo es un hecho tan personal que ponerme a discutirlo sería, en mi opinión, perder el mío. Así pues, quien crea que invertir su tiempo le remite más beneficios que gastos (hablo de sensaciones, el dinero el algo demasiado banal) que las haga, quien no, pues lo mismo pero al revés.
Las carreras que ya quisiera marcarse Usain Bolt en las Olimpiadas y un ansiado premio para los más veloces. La espera más larga que cuando vas a comprar con tu madre al mercado. La relatividad del tiempo juega en nuestra contra, ¡qué espera más larga!
Fin de la espera. Comienza el partido, o la clase.

Seis alumnos con uniforme nuevo y un grito ahogado de “basta ya” que quiere hacernos escapar de la realidad. El maestro comienza la lección y sin más dilaciones su presentación: “Me llamo Ramón Melendi y de pequeño fue el Coco”. Formalidades aparte, don Ramón se suelta la melena y se le escapa algún secreto.
Y como si no hubiesen pasado los años (y no nos hubiese confesado que le da miedo su pasado) la rumba vuelve al escenario. Melendi bromea sobre si están oxidados, ya les confirmo yo, que no. Palmas, taconeo y un bailecito a dos.
Hay tiempo para el amor, para las reivindicaciones y hasta para cantarle a la religión (la nuestra, la de los idiotas). El agradecimiento al público que lleva toda la vida a su lado, a los que confiaron, a los que nunca dudaron: a sus guerreros.
Un consejo para los más jóvenes, la reflexión de alguien que ganó la batalla al enemigo disfrazado de amigo. El grito más doloroso de la noche, y a su vez, el más sincero. Porque nadie dijo tanto en tan pocas palabras.
“Tocados pero nunca hundidos” y el público se crece. Canciones de amor caducadas, un cielo demasiado alto y unas lágrimas que nadie quiere ordenar.
Entre tanto y cuanto, se nos acaba el curso y es la hora de graduarse.
Así pues, si Melendi es un cantante mediocre y no logra aprobar el curso, nosotros nos vamos “Directos a Septiembre” para chivarle las respuestas.

Por Judit López