Con motivo del Día del Libro, 23 de abril, y en un escenario inimaginable hace años, casi todos encerrados en casa por la pandemia mundial provocada por el coronavirus, vamos a recordar la figura de un escritor alhameño Lorenzo Andreo Rubio, fallecido en marzo de 2015, o sea hace 5 años.
Le recordamos cuando fue protagonista de el III Encuentro de Autores Alhameños, celebrado el 27 de abril de 2002.
(MAS INFORMACIÓN SOBRE ESE HOMENAJE EN EL PERIÓDICO EN PDF QUE PUBLICAMOS MAÑANA VIERNES 24)
Breve biografía
Lorenzo Andreo fue el primero en ganar el Premio Águilas en 1968 por su obra El valle de los caracas y con el referenciado homenaje volvía a recordarse la importancia de este prolífico escritor que nunca dejó de escribir historias, cuestión que según sus propias palabras le servía de refugio.
El premio logrado por el alhameño Lorenzo Andreo llenó páginas de periódicos tanto nacionales como americanos debido a la temática del texto. El valle de los caracas, novela que se puede encontrar en la biblioteca de Alhama de Murcia al igual que el resto de sus publicaciones, cuenta la vida del emigrante a través de una narración dotada del peculiar humor de su autor.
Lorenzo Andreo Rubio (Alhama de Murcia, 1926 – 2015) farmacéutico retirado y escritor compulsivo tiene en su haber varias publicaciones: “Los abrazos del pulpo”, “El emigrante a ultramar”, “Carretera de Aragón” (Mención especial en el Premio Gabriel Miró), “Más allá del océano” (finalista del Premio Planeta en 1967), “El valle de los caracas” (Premio Águilas, 1968), “Casi ochocientos apodos alhameños” (1997) y “Recopilación recopilada” (2005), publicación formada por una serie de artículos publicados en medios de comunicación, entre ellos Línea Local, antiguo nombre de Infolínea Alhama.
Hombre peculiar donde los haya, hasta los últimos días de su vida se caracterizó por un peculiar humor que él mismo definió en la Revista Entrelineas de la siguiente manera: “La vida es una cosa tan seria que muchas veces hay que tomársela a broma, para que nos haga menos daño, ya que el humor aminora el dolor”.
Las últimas décadas de la vida de Lorenzo Andreo transcurrieron en la residencia de la tercera edad Virgen del Rosario, (coincidencias de la vida, lugar donde estuvieron las cocinas de la casa señorial en la que nació). Hasta que su salud se lo permitió estuvo acudiendo diariamente a la Biblioteca Municipal donde se dedicaba a contar cuentos en su vieja máquina de escribir. Falto ya de fuerzas, y sin apenas poder dar los pasos suficientes que lo sacaran de su habitación, seguía escribiendo a mano. Dejó de escribir cuando ya le fue imposible y después de haberse despedido, a través de la literatura, de sus seres más queridos.